lunes, 5 de febrero de 2018

«CRIMEN A LAS 7» (1962): IMPULSO CRIMINAL

SINOPSIS: Tras su paso por la cárcel por haber cometido una violación, Charles Campbell logra su libertad condicionada a someterse periódicamente a un control psiquiátrico. El médico encargado de evaluar al ex preso Charles Campbell es el doctor Janz. Pero lo que desconoce este últmo es la verdadera psicopatía que padece el joven, capaz de alertar a la policía de su disposición a cometer un crimen a una hora determinada: las siete de la tarde. Consumada su amenaza, Campbell escoge como su nueva víctima al propio doctor Janz. Sin embargo, la presencia de Terry, la sobrina del prestigioso psiquiatra en su consulto, acaba por desbaratar los planes del enfermo mental y asesino...
COMENTARIO: Aunque Robert Bloch (1917-1994) no fue requerido por Alfred Hitchcock para la confección del libreto de Psicosis (1960) surgido de su propia novela (semejante tarea recaería en Joseph Stefano) siempre se mostró satisfecho de los resultados de su adaptación cinematográfica. La razón del porqué Hitchcock no requirió de sus servicios se debe a que consideraba la pieza literaria escrita por Bloch de segundo o tercer nivel, eso sí, con una brillante idea (el asesinato en la ducha de Marian) que utilizaría convenientemente en su traslación a la gran pantalla. Ironías del destino, el maestro británico le reservó plaza en la nómina de guionistas de la serie Alfred Hitchcock presenta (1960-1962), en la que Block participó en la confección de un total de seis episodios. Ciertamente, su debut en calidad de guionista cinematográfico no llegaría hasta la producción The Couch (1962), en que la Warner Bros. entendió que su aportación resultaría beneficiosa para un proyecto orquestado por Owen Crump, cuyo curriculum vitae remite a su actividad radiofónica, de documentalista uno de sus cortos llegó a ser nominado a los Oscar en su categoría— y de cineasta en el seno de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Pero desde un punto de vista privado, Crump formó parte de la familia Fairbanks, al haber contraído primeras nupcias con Lucile, la sobrina de Douglas Fairbanks, Jr,, uno de los cofundadores de United Artists. Otro de los cofundadores de otra gran empresa cinematográfica en este caso, una major, Jack Warner, había sido persuadido por Crump para que aportara una cantidad sustancial de dinero en aras a que The Couch («el diván») escapara de la condición de serie B con sus doscientos cincuenta mil dólares de presupuesto. Una cantidad, a todas luces, insuficiente si se pretendía contratar a intérpretes que sirvieran de gancho para la taquilla en una época donde el Actors Studio provisionó de sabia nueva a un Hollywood en plena transformación. De sus filas salió Shirley Knight, la presencia femenina más destacable de The Couch, relacionada con los otros vértices del relato, su tío el doctor Janz (Onslow Stevens, en su último crédito para la gran pantalla) y Charles Campbell (Grant Williams), el joven perturbado mentalmente al que la chica trata de mitigar su pulsión asesina.
    Nacida a partir de una historia original servida por Blake Edwards, a la sazón sobrino del propio Owen Crump, Crimen a las 7 el título de reminiscencias a la obra de Agatha Christie escogido para su estreno en nuestro país— participa de ese cine angloamericano manufacturado entre finales de los años cincuenta y principios de los años sesenta con claras implicaciones psicoanalíticas en aras al desarrollo y conocimiento de los personajes en liza. En esta tesitura, The Couch comparte espacio con títulos como Las tres caras de Eva (1957), El gabinete del doctor Caligari (1962) con guión del propio Bloch— o la inglesa Crimen al atardecer (1961). En su búsqueda de un carácter singular que las diferencie del resto de producciones en que el factor del psicoanálisis tiene una incidencia directa en el comportamiento de los personajes, Owen Crump precisó del concurso de Robert Bloch para adentrarse en la psique de Charles Campbell a través de la serie de sesiones llevadas a cabo por el doctor Janz. En virtud de rebajar el tono discursivo que iba adoptando el guión, Bloch habilitó de forma alternativa una serie de secuencias en exteriores más dinámicas que comprometen a un Campbell decidido a proseguir en su actividad criminal. High points de un relato cinematográfico que necesariamente debe ser observado con los ojos inherentes a una época donde el concepto de «asesino en serie» aún resultaba materia de evaluación, buscando explicaciones convincentes en la forma de actuar de personas de apariencia normal, en algunos casos modelos del american way of life, destinados a integrarse en el seno de una familia típicamente norteamericana. Por ello, la elección de Grant Williams (revelado con su performance de El increíble hombre menguante) tiene cierto fundamento a la hora que el espectador tome contacto con esa doble realidad de un personaje enfrentado a sus propio pasado cuando se estira en el diván que da nombre a un film armado con un cierto gusto estético por parte de Crump y el director de fotografía Harold E. Stine. Ambos profesionales hacen de la emulsión en blanco y negro una elección idónea para ir modelando la psique de un personaje que se mueve en esas zonas de sombras donde se activan esos mecanismos prestos a emular a Norman Bates, aunque sin el ascendente maternal guiando sus destinos.

Christian Aguilera

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